lunes, 2 de abril de 2012

Buenos vecinos

El fin de semana pasado tuvimos un asado a lo kiwi con los vecinos de nuestra cuadra. El evento fue parte de una movida para promover la interacción entre los vecinos en todo Wellington.
Como pasa con la mayoría de las relaciones en este país, esto no fue algo espontaneo. Para conocer a nuestros vecinos hubo que establecer una fecha, una hora y un lugar para hacerlo.

Primero, una vecina se acercó a nuestra casa para presentarse y preguntarnos si estábamos de acuerdo.
Segundo, recibimos la invitación con la información sobre qué llevar, qué se hacía en caso de buen tiempo y mal tiempo.
Y por último, la semana anterior a la reunión recibimos un recordatorio en nuestro buzón sobre la reunión.

Tal como la costumbre kiwi lo requiere, cada uno de los invitado debía llevar algo para tirar a la parrilla, ensalada, la bebida y algo para sentarse. En la invitación se especificaba claramente que podíamos llevar algo para compartir, pero que no era obligatorio (es tan kiwi esta especificación!)

El domingo a la tarde llevamos nuestras cosas al lugar de encuentro junto con mucha expectativa mezclada con intriga. Hace ya más de un año que vivimos acá y solo conocemos a la vecina de al lado y a un filipino que nos habla en español de vez en cuando. No es común ver a la gente por la calle y nuestros horarios parecen no coincidir con los del resto.

Al llegar, nos encontramos con un grupo de personas mayores en general alrededor de las dos parrillas, una mesa larga llena de ensaladas y comida para compartir y algunos globos colgando que marcaban el lugar de reunión.

Si bien era en la vereda, nos recibió una de las organizadoras y nos puso una etiqueta con nuestro nombre y el número de casa para que nos identificaran. Y así, identificados y curiosos nos metimos en la reunión a comer y presentarnos...

Fue una tarde hermosa. Sin viento y con mucha charla. Comimos, nos reimos y conocimos a la gran mayoría de nuestros vecinos.

De las conversaciones nos enteramos que:
  • La mayoría hace más de 20 años que vive en la cuadra.
  • Tenemos un vecino que tiene una pierna ortopédica y sube la calle empinada de casa en bicicleta (tarea casi imposible!)
  • En la cuadra hay un perro que es sordo.
  • También hay un samoano padre de siete hijos tan tímidos que no se asomaron al asado.
  • Una pareja estuvo en Argentina y no pararon de preguntarnos cómo hay tantos perros sueltos en las calles, estaban sorprendidísimos.
Después de ese domingo, no volvimos a ver a ninguno de ellos. Cada uno sigió con su rutina y como antes, no nos volvimos a cruzar.

Saludos para todos y en especial para Lore y Pauli las vecinas más lindas que tuve!!!!

PAu









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